Mi experiencia de traductor
Tipo de material: Recurso continuoSeries Teoría y práctica de la traducción : primer encuentro internacional de traductoresDetalles de publicación: Santiago : Instituto de Letras de la Pontificia Universidad Católica de Chile , 1981Descripción: 79-81 p.98 pTema(s): En: Encuentro Internacional de TraductoresResumen: Las tareas del autor como traductor han sido ciertamente esporádicas. No por falta de interés, pues siempre le ha parecido apasionante verter hacia el idioma materno el caudal literario nacido en otras culturas, sino por las exigencias espirituales y a materiales a que ha sometido los estudios y la enseñanza de la literatura propia. La tarea de traducir es apasionante, quizás antes que nada en cuanto obliga al traductor a sumirse plenamente en el texto ajeno: a conocerlo en su intimidad, en su estructura, en su espíritu, si fuera del caso en su intención, en su tono. Y una vez conocido, obliga al esfuerzo de "verlo" en el idioma propio, de expresarlo en las palabras que uno usa o lee corrientemente. Casi siempre, este esfuerzo implica una cierta frustración, ya que de alguna manera cada palabra, cada frase, cada oración, cada imagen y metáfora sólo se contienen a la cabalidad en la manera que originalmente fueron acuñados. De allí tantas expresiones que todos conocemos muy bien.Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Signatura topográfica | Estado | Fecha de vencimiento | Código de barras | |
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Artículos/Analíticas | Biblioteca Bartolomé Mitre | Colección General | 061.3:81'25 ENC1 1981 (Navegar estantería(Abre debajo)) | Disponible | 453-08 |
incl. ref.
Las tareas del autor como traductor han sido ciertamente esporádicas. No por falta de interés, pues siempre le ha parecido apasionante verter hacia el idioma materno el caudal literario nacido en otras culturas, sino por las exigencias espirituales y a materiales a que ha sometido los estudios y la enseñanza de la literatura propia. La tarea de traducir es apasionante, quizás antes que nada en cuanto obliga al traductor a sumirse plenamente en el texto ajeno: a conocerlo en su intimidad, en su estructura, en su espíritu, si fuera del caso en su intención, en su tono. Y una vez conocido, obliga al esfuerzo de "verlo" en el idioma propio, de expresarlo en las palabras que uno usa o lee corrientemente. Casi siempre, este esfuerzo implica una cierta frustración, ya que de alguna manera cada palabra, cada frase, cada oración, cada imagen y metáfora sólo se contienen a la cabalidad en la manera que originalmente fueron acuñados. De allí tantas expresiones que todos conocemos muy bien.
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